Hace unos días regresé de una semana de vacaciones en Nueva York, Estados Unidos, lugar al que había querido ir desde siempre. Fueron muchas las cosas que me gustaron, pero quizás las más predilectas fueron la interacción con personas de todos los rincones del mundo (en español, inglés, un poco de francés y el italiano que no hablo) y la experiencia de libertad que solo se consigue adentrándose en un lugar desconocido.

Más allá de las vacaciones, hubo un par de «motivos literarios» que también me llevaron hacia allá, y entre otras impresiones regresé con entusiasmo a continuar la novela en que trabajo.

Les comparto un poco mis postales favoritas, capturadas en su mayoría a 0 ó -1ºC.